domingo, 20 de abril de 2014

No, no me olvidé de vos (lágrimas uruguayas)

Ya me cayó la ficha, Papá.
Sé que te encantaría verlo, pero así son las cosas.
Perdón.
Gracias.
Te quiero.

Regalos

A veces, una cree que es una infeliz porque tiene un trabajo en el que no tiene expectativas. O porque no está en pareja. O porque no está ni cerca de recibirse. O porque se siente fea. O porque está sensible y todo le parece mal. O por todo junto.
Esas veces, una no ve las otras cosas que sí la hacen ser feliz.

Ahí no ves a la mamá que te abrazó fuerte antes de salir y te dijo "Que se diviertan, disfruten mucho" aunque le cueste dejarte ir. No ves a la madrina que te llamó para desearte suerte, para avisarte que tu tío va a estar siguiendo todo online, y que encima van a invitar a tu vieja a cenar para que no esté sola. No ves a los amigos que se alegraron porque ibas a vivir algo lindo que anhelaste mucho, esos amigos que te mandan mensajes porque saben que ese día es re importante para vos. No ves a tu amigo que te espera con un abrazo y un café con leche y facturas para desayunar antes de salir. No ves al papá de tu amigo que de onda te lleva a donde tenías que ir. Ni ves a tu amiga que llegó temprano y empezó a hacer la fila por vos. No, no ves nada de eso.

Cuando te sentís una infeliz no ves esas cosas, esas personas que están al lado tuyo haciendo lo mejor posible desde los gestos más mínimos para que estés bien, cuidada, protegida, sana, divertida, querida. Feliz.

Por eso, en honor a todo el amor que me dan y al esfuerzo que hacen por hacerme sonreír cuando a ellos mismos les cuesta hacerlo, prometo de hoy en más empezar a focalizar en esas cosas tan lindas que me dan a diario.

A todos ustedes, gracias por los regalos maravillosos que me han ido regalando con el tiempo.
Los quiero.

jueves, 10 de abril de 2014

Matemática

Mi voz nunca será lo suficientemente fuerte como para callar las voces en tu cabeza, ¿no?
Siempre me vas a mirar y verlo a él, ¿verdad?

Supongo que me equivoqué, que aunque dos más dos sea cuatro, a veces puede que no de.

jueves, 3 de abril de 2014

Consejos

Ante un determinado problema existen múltiples maneras de reaccionar.
Ante el debate de "le escribo o no le escribo" que plantea una chica, una amiga respondíó que no. Otra dijo que sí.

Si la que plantea el debate sabe que no debe pero igual lo va hacer, toma el consejo de la que dijo que sí porque busca una cómplice.
Si la que plantea sabe que no debe y está consciente de ello, toma el de la que dijo que no porque sabe que es correcto.
Si la que plantea sabe que no está mal, toma el de la que dijo que sí porque no tiene nada que perder.

En este caso, la mejor opción era el no, pero ella optó por el sí. Y eso me puso a pensar.
¿Qué esperamos del otro cuando pedimos consejo o preguntamos una opinión?

A veces, lo único que queremos es que nos digan lo que queremos escuchar. Esas veces que le preguntás algo a alguien con palabras, mientras que tu mirada y tu actitud preguntan lo contrario.
Otras veces necesitás que reafirmen lo que ya sabés. Vos sabés que tenés que hacer eso, pero necesitás que alguien te lo reconfirme, que lo apruebe incluso.
Hay veces en las que no tenés ni idea y no querés tenerla, entonces le preguntás a alguien y te quedás con esa opinión, dejando en manos de esa persona una decisión que no te atreviste a tomar.

El tema es, en realidad, a quién preguntarle. Uno sabe con los bueyes con los que ara, dice el dicho. No es lo mismo preguntarle a tu amiga impulsiva que a tu amiga racional. No es igual si le preguntás a tu amiga la que prioriza la joda que si le preguntás a la que prioriza las responsabilidades.

En concreto, tengo dos consejos. Uno es para dar consejos: ser totalmente sincero y bregar por el bienestar del otro. No importa si tu personalidad es impulsiva, pasional, soñadora, ilusa, racional, negativa, negadora, positiva, despreocupada o lo que sea. Si le mentís al otro, le estás haciendo más daño del que pensás, porque esa persona cuenta con tu opinión para resolver algo que la traba. No le mientas.
El segundo consejo es para recibir consejos: estar dispuesto a escuchar y considerar lo que el otro nos dice. Si te pido consejo, pero de igual modo voy a hacer lo que a mí se me ocurrió en un primer momento no tiene sentido preguntarle nada a nadie. Si le estoy pidiendo al otro que se tome la molestia de gastar su tiempo y energía en pensar en mi problema, minimamente tengo que escuchar lo que piensa y sopesar esa opción. No se puede ser tan desconsiderado en la vida.

Menos mal que conozco a mis bueyes y ellos a mí.