martes, 23 de junio de 2015

Desovillando (a pesar del frío)

Una vez que empezás a desanudar tu ansiedad, se desarma toda la bola. No te lo digo de positivista copada, claro que no. Te lo digo porque había algunas cosas que me tenían loca de ansiedad; algunas cuestiones atravesadas que no me permitían desenvolverme natural y completamente. ¿Y sabés que hice? Fui a resolverlas.

No me gusta quedarme esperando, no me gusta depender de los demás, y ciertamente no me gusta que por depender de los demás me dejen esperando sin poder resolver nada. Pero es cierto también que en algunas ocasiones nos vemos obligados a atravesar esos momentos de dependencia, y es ahí cuando la ansiedad domina.

¿Por qué no me llama? ¿Cuándo es la fecha del examen? ¿Me volverán a llamar de esa entrevista? ¿Ya están los resultados de los análisis? ¿Cómo me fue en el parcial? ¿Le habré gustado? ¿Nos volveremos a ver? ¿Cuánto falta? ¿Ya llegamos? Todas preguntas que nos rompen la cabeza. Yo soy muy ansiosa, así que a los dos días de no tener respuesta a esto de parte de un tercero me enloquece. Así que, me dispongo a ser insoportable y mover los hilos para que el barrilete de la ansiedad haga lo que yo quiero. Porque no, no puedo quedarme de brazos cruzados y entregarme a los tiempos de los demás. Yo necesito hacer, sino mi cabeza -que nunca jamás deja de pensar- se maquina sola y se atascan las dudas e incertidumbres.

Ya que me encontraba en ese pantano de dependencia para tomar resoluciones, decidí que no podía quedarme callada. Así que me armé de coraje y paciencia y empecé a molestar a todos aquellos que me debían una respuesta. Algunos tardaron más que otros, pero todos me dieron la respuesta que necesitaba. Ahora ya puedo organizar mi agenda y hacer planes, tejer fantasías e incluso soñar despierta.

Consejo del día: tomar la punta del ovillo y empezar a desenrollarlo. Lo mejor es saber.

lunes, 8 de junio de 2015

00:09

Siento interferencia dentro de mí. De repente, sin motivo, apareció este ruido blanco en el corazón y ahora resuena en mi mente. Y la ansiedad me recorre, como un turista en ciudad conocida, tratando de encontrarle la vuelta. Quiero decir tanto que ya no sé qué quería decir. Y un abrazo suyo, quiero que me abrace fuerte porque a veces se quieren despegar las piezas de esta chica que con tanto amor juntó y reconstruyó.