Pienso en él, en sus manos
tímidas y en sus ojos asombrados y me disuelvo en ternura. Su sonrisa, ese
gesto tan bello, tan genuino y dulce, es un mimo a mi corazón. Y cuando me besa
con sus labios gentiles y suaves, el tiempo se congela, no pasa.
Es divertido, creativo, tierno y
sincero. Es dulce, cuidadoso y caballero. Es cariñoso, escucha de verdad y
encima me quiere. Pero…
Pero siempre hay un pero. ¿Por
qué será que cuando todo está bien, le buscamos la quinta pata al gato? ¿Será
que necesitamos un motivo para quejarnos? ¿Qué no sabemos disfrutar plenamente?
Es esto y aquello, lo quiero un montón, PERO. Siempre esas cuatro letras
escurriéndose por ahí, para empezar a sembrar la semilla de la incertidumbre,
de la duda, de la inseguridad.
Lo quiero. Lo quiero por quién
es, por quién quiere ser, por cómo me hace sentir. Porque me hace querer ser
mejor persona. Porque me alienta a más, a seguir, a dar lo mejor de mí.
Porque siempre estuvo ahí, brindándome su apoyo ante cada nuevo proyecto.
Porque sé que sus intenciones siempre son buenas, no conozco un hombre más
bueno que él. Porque es humilde y trabajador, no se la cree aunque tenga un gran talento para hacerlo y siempre está
trabajando para cumplir sus sueños. Porque con su paz me sabe bajar diez
cambios cuando estoy sacada, y me banca en mis momentos de locura. Porque me
cuida, se preocupa y hace su mejor esfuerzo para hacerlo. Y con todos estos
motivos, aparte de otros más que no puedo poner en palabras, ¿alguien me puede
explicar por qué creo que si bien es lo que quiero, no es lo que necesito?
No me malinterpreten, de verdad
lo quiero. Siento algo que no sé explicar, ni rotular. Siento que aunque lo
conozca, quiero conocerlo más. Quiero tener la oportunidad de contarle todos los
lunares, de conocer sus marcas de nacimiento. Quiero que me conozca en un nivel
que ni yo sabía que tenía. Lo quiero como para sentarme frente a mí misma y
reconocer las cosas que hago mal y que le pueden hacer mal, y querer cambiarlas
con todo mi corazón porque no quiero verlo sufrir ni un sengundo por mi culpa.
Siento que sé que mi forma de ser le va a causar más de un dolor de cabeza y
quiero cambiar todo eso que lo va a herir pero sin dejar esa persona que a él
le gustó. Siento que ya a esta altura no lo puedo dejar ir sin más, no puedo y
no quiero que se vaya.
Pero. Siempre el pero dando
vueltas. Lo quiero, sí; pero creo que no es la persona que necesito a mi lado. No
sé ni cómo es esa persona o si debería ser de algún modo. Pero siento que llego
“sucia” a esta relación incipiente, que vengo arrastrando vicios de relaciones
anteriores y por eso tal vez creo que lo que necesito es otra cosa. O por ahí
es justamente eso lo que necesito, una persona que no sea como las otras,
porque convengamos que por algo no funcionó con los demás.
Lo que sí sé con certeza es que
no me quiero quedar sentada pensando si hubiese funcionado o no. Así que lo
quiero, pero creo que no es lo que necesito…
…pero no me importa.