sábado, 27 de agosto de 2011

La actriz

"La trampa está en imposibilidad de abandonar sin revisar y rechazar la evaluación de los propios actos como correctos o,por lo menos, inocentes. La trampa es, en otras palabras, una paradoja: uno no se puede limpiar sin ensuciarse. Para esconder la suciedad hay que permanecer perpetuamente en el fango." - Zygmunt Bauman

Ja, ja, ja. Una risa sonora, no demasiado, pero lo suficiente como para que no se escuchen sus angustias. Una sonrisa suave, casi dulce, ideal para que no se note que lo que menos quiere hacer es sonreír. Gestos de asentimiento, acompañados de "Ajam", "Claro", "Sí, te entiendo", "Ah", todos ellos para disimular el silencio que se le escapa.

No tiene motivos ya para disimular, pero de todos modos lo sigue haciendo. ¿Acaso se la tragó su propio papel? Lo dudo. Es simplemente una cuestión de comodidad. Sabe que la credibilidad de un papel se consigue con el ensayo, con la práctica, con el trabajo interno de creer que mientras se interpreta, se es ese personaje. Lo sabe, y lo hace, y le sirve a su vez para convencerse de que es mejor vivir así, actuando, que enfrentarse a sus propios asuntos.

Quién haya dicho que es mala actriz, se equivoca. Lo que pasa es que no saben que en realidad lo que ven ellos, lo que asumen como real, es nada más y nada menos que una muestra de su talento. Nadie, ninguno de todos esos rostros -anónimos y no tanto- tiene la capacidad de ver lo que en realidad es, lo que tiene adentro. Nadie puede ver ese veneno que la consume. Ni ese corazón roto. Ni esas heridas maquilladas y cubiertas con la última moda. Ni ese espíritu que alguna vez supo ser libre y relajado, que no le rendía cuentas a nadie, que era feliz tan simplemente siendo sí mismo y no lo que el mundo esperaba que fuese, que rompía estructuras. Ni esas lágrimas tan puras que quemarían una hostia. Ni esa mirada de dolor que conmovería hasta a un iceberg. Nadie sabía de esa sensación tan mágica y peligrosa como es la de no saber a dónde ir, ni de sus sueños despedazados, ni de sus alas desplumadas, ni de sus ideales por los que moría pero por los que no le permitían vivir. Nadie estaba al tanto de lo que sentía en verdad, de esa soledad casi crónica que se le había pegado, ni del desamparo que la acosaba en cualquier momento. Tampoco sabían del duelo que atravesaba por esa parte de ella que estaba muriendo, que latía muy levemente, casi sin pulso en su interior. Esa llama casi extinta del incendio que supo ser. Nadie nota que el brillo de su mirada se opacó tanto que sus ojos marrones lucen prácticamente negros.

Ellos miran, la miran, pero no ven. No la ven. No ven que nada de eso es verdad, que es todo una burda ilusión que ella les crea para que... para...¿Para qué era? Ya no lo recuerda. Prefiere la anestesia a la memoria. Todo lo que hace, lo que dice, lo que vive, son vagos recuerdos, bocetos de la vida que se dibuja para tapar ese mar inmenso que solía ser su propia vida. Ella sabe que vivir esa vida de mentira no es vida, pero no se queja. Sabe que no tiene derecho. Ella eligió ese camino, y puede que esté bien o no. ¿Pero quiénes somos para juzgarla? Nadie. Nadie, porque ni siquiera estamos ahí cuando estamos con ella. No estamos apreciándola, acompañándola, amándola como se merece, como deberíamos, como quisiéramos. No, estamos muy ocupados pidiéndoles un poco más de esto, que deje de hacer aquello, que haga mejor lo otro..

Somos nosotros quienes la condicionaron a elegir ese modo de existencia, ya que no se puede hablar más de vivir. En el medio de ese torbellino, ella, lo que de ella queda, se debate entre la memoria o la anestesia. Y elige la anestesia, así no tiene qué añorar; no quiere recuerdos porque no quiere tener puntos comparativos; no quiere vivir para no tener memoria. Entonces elige la anestesia, el no sentir. Ha apagado su aparato sensitivo-emocional para no tener que lidiar con él. Y sólo le resta sonreír, ocasionalmente reír, para sobrevivir.

sábado, 20 de agosto de 2011

Never to return again, but always in my heart

Te extraño. Sí,te extraño. Mucho. Mucho,mucho. Como jamás he extrañado en la vida. Te extraño como se extraña lo que no se puede tener, con esa imposibilidad actuando de aliciente. Te extraño con todo lo que soy. No, miento: te extraño con todo lo que quedó de mí. Te extraño hasta la última célula de mi cuerpo. No puedo dejar de pensar, de rememorar, de sentir ese último tierno abrazo. Ese beso dulce, quizás el más dulce que en tu vida me diste. Tus palabras aún resuenan en mi cabeza y retumban en mi corazón. Esa última vez que nos vimos, que nos sentimos, que nos entendimos, está tatuada en mi ser y así quedará para siempre. Esa última vez que nos quisimos. No, que nos quisimos no, porque yo no te quise nunca. Te amé, te amo y te amaré. Incondicionalmente, y a pesar de y a causa de ciertas cosas.
¿Si te dijera que ya te perdoné, volverías? Ya sé que no podés, pero ¿qué pierdo al preguntarlo? Yo sé que ni siquiera vas a leer estas palabras. Pero no puedo hacer otra cosa. Sólo puedo hablar con vos en mi mente, en mis sueños, en  mis recuerdos, en momentos ficticios. Yo sé que no te voy a recuperar; no porque no quiera, sino porque no puedo.
¿Si te pidiera perdón por todo lo que te herí, volverías? Ya sé que no podés, pero no tiene nada de malo mi intento desesperado y patético de que vuelvas. Todo es más frío, más distante, un tanto más irreal sin vos. Hay cosas que no entiendo cómo hago para pasarlas sin vos. Hay momentos en los que es totalmente ilógico que no estés ahí. Hay palabras atoradas en mi garganta que mi corazón necesita decirte. Hay abrazos que se acumulan sin parar, y sé que ahí quedarán. Y no puedo ni quiero dárselos a otro. Fuiste, sos y serás el único en mi vida. Siempre. Sin importar qué pase. Come what may, como cantan Christian (Ewan McGregor) y Satine (Nicole Kidman) en Moulin Rouge. El nuestro es un amor que no puede caducar. Simplemente, no puede.
Hay tanto que quisiera decirte que de poder hacerlo, no sabría por dónde empezar. Creo que empezaría por hundirme en tus brazos y sentir que nada ha cambiado, que nos queremos como siempre y que nada de esto pasó, que nada fue real. Pero lo es. Odio que lo sea, pero lo es. Es demasiado real. Demasiado.
Esos ojitos tuyos que muero por ver. Esas risas, escasas en los últimos tiempos, que me gustaba causar.
Quisiera saber qué pensás de mí. Quisiera que me dieras tu consejo. Quisiera saber si estás conforme con lo que hice, con lo que hago de mí. Quisiera contar con tu aprobación. Quisiera saber si algún día voy a volver a verte. Quisiera saber que todo lo que pasó fue mentira.
Quisiera tenerte conmigo, que me abraces, que me acompañes, que estés, que me retes, que me pelees, que me discutas, que me guíes, que me mires, que me felicites, que te alegres, que sonrías, que te enojes de mentiritas cuando te despeino, que me dejes agarrarte los cachetes, que cocines ese matambre a la leche y ese budín de pan que te salían espectaculares, que para las fiestas hagas la colita de cuadril rellena que era un manjar, que me hagas regalos, que llores de emoción cuando te regalaba algo y te hacía esas tarjetitas, que bailes otro vals conmigo, que no veas los colores y por eso te compres todas tus camisas parecidas, que me digas que así no salgo a la calle, que me critiques, que me corrijas, que me enseñes, que me prepares, que me escuches quejarme, que seas testarudo, que quieras tener siempre la razón, que no te guste perder, que siempre me ganes al Chin Chon haciendo Chin Chon, que te gusten los juegos de cartas y de mesa, que siempre me ganes a las damas, que tengas delirios de grandeza, que construyas castillos en el aire, que fantasees con cosas grandiosas fuera de nuestro alcance, que hagamos "el rodillo", ese juego nuestro. Que cada noche estemos juntos comiendo. Que cocines todos los mediodías lo mismo, pollo con calabaza. Que no dependamos de nada ni de nadie para hacer lo que queramos.

Te quiero de vuelta.

miércoles, 17 de agosto de 2011

El milagro de (cómo sobrevivir) la vida

No sé, estoy indecisa. Estoy frente a una encrucijada.  La vida me ha planteado un nuevo reto, me ha colocado en un punto de inflexión. Mi vida está en la confusa línea divisoria del antes y el después.



No sé si la vida o quién me regaló este perrito divino. Pero hay un problema. Me hizo replantearme toda mi existencia. ¿Qué vale más: el sueño de Sirius,o el sueño del resto de la familia y los vecinos,mi vida académica y social más mi cintura?

Sirius,sos hermoso, ¡pero dejanos dormir!