domingo, 21 de septiembre de 2014

Querer vs. Necesitar (II)

Pienso en él, en sus manos tímidas y en sus ojos asombrados y me disuelvo en ternura. Su sonrisa, ese gesto tan bello, tan genuino y dulce, es un mimo a mi corazón. Y cuando me besa con sus labios gentiles y suaves, el tiempo se congela, no pasa.
Es divertido, creativo, tierno y sincero. Es dulce, cuidadoso y caballero. Es cariñoso, escucha de verdad y encima me quiere. Pero…
Pero siempre hay un pero. ¿Por qué será que cuando todo está bien, le buscamos la quinta pata al gato? ¿Será que necesitamos un motivo para quejarnos? ¿Qué no sabemos disfrutar plenamente? Es esto y aquello, lo quiero un montón, PERO. Siempre esas cuatro letras escurriéndose por ahí, para empezar a sembrar la semilla de la incertidumbre, de la duda, de la inseguridad.
Lo quiero. Lo quiero por quién es, por quién quiere ser, por cómo me hace sentir. Porque me hace querer ser mejor persona. Porque me alienta a más, a seguir, a dar lo mejor de mí. Porque siempre estuvo ahí, brindándome su apoyo ante cada nuevo proyecto. Porque sé que sus intenciones siempre son buenas, no conozco un hombre más bueno que él. Porque es humilde y trabajador, no se la cree aunque tenga  un gran talento para hacerlo y siempre está trabajando para cumplir sus sueños. Porque con su paz me sabe bajar diez cambios cuando estoy sacada, y me banca en mis momentos de locura. Porque me cuida, se preocupa y hace su mejor esfuerzo para hacerlo. Y con todos estos motivos, aparte de otros más que no puedo poner en palabras, ¿alguien me puede explicar por qué creo que si bien es lo que quiero, no es lo que necesito?
No me malinterpreten, de verdad lo quiero. Siento algo que no sé explicar, ni rotular. Siento que aunque lo conozca, quiero conocerlo más. Quiero tener la oportunidad de contarle todos los lunares, de conocer sus marcas de nacimiento. Quiero que me conozca en un nivel que ni yo sabía que tenía. Lo quiero como para sentarme frente a mí misma y reconocer las cosas que hago mal y que le pueden hacer mal, y querer cambiarlas con todo mi corazón porque no quiero verlo sufrir ni un sengundo por mi culpa. Siento que sé que mi forma de ser le va a causar más de un dolor de cabeza y quiero cambiar todo eso que lo va a herir pero sin dejar esa persona que a él le gustó. Siento que ya a esta altura no lo puedo dejar ir sin más, no puedo y no quiero que se vaya.
Pero. Siempre el pero dando vueltas. Lo quiero, sí; pero creo que no es la persona que necesito a mi lado. No sé ni cómo es esa persona o si debería ser de algún modo. Pero siento que llego “sucia” a esta relación incipiente, que vengo arrastrando vicios de relaciones anteriores y por eso tal vez creo que lo que necesito es otra cosa. O por ahí es justamente eso lo que necesito, una persona que no sea como las otras, porque convengamos que por algo no funcionó con los demás.
Lo que sí sé con certeza es que no me quiero quedar sentada pensando si hubiese funcionado o no. Así que lo quiero, pero creo que no es lo que necesito…


…pero no me importa.

martes, 9 de septiembre de 2014

Cabeza de cartera

Hoy tengo la cabeza de cabeza. Lo que era sabido ya no lo es; lo que era certeza ahora es incertidumbre. Y es en escenarios como este donde uno confirma que nunca se termina de conocer a las personas, ni siquiera a uno mismo. Con suerte mañana será mejor y podré aclarar mis ideas. Y sino, siempre está el blog donde desparramar el contenido de mi cabeza cual cartera de mujer, de esas que tenés que dar vuelta y vaciarlas para encontrar lo que buscás. Y de paso encontrás algo que no estabas buscando pero que qué bien te viene.