sábado, 9 de marzo de 2013

Un día más


No era una mañana particular. Era sólo una triste mañana gris en un triste pueblo en un triste otoño fuera de estación. No era una mañana particular, pero era buena para morir.
Usualmente no hay mucha gente en un cementerio, ya sean visitantes o trabajadores. Esa mañana no era la excepción, pero los animales estaban inquietos sin razón. El viento soplaba levemente, las hojas de los árboles se mecían con suavidad. Todo aquel tétrico paisaje se percibía aún más de esa manera. Las lápidas cubiertas de hiedra, las imponentes bóvedas silenciosas y las esculturas como testigos mudos de las muertes anónimas, sin penas ni glorias, le daban un aire melancólico que pocas veces se ve a simple vista.
Aquella mañana, le había cambiado el turno a un compañero.Por alguna razón, tuve el presentimiento de que no debía hacerlo, que no debía ir, y creo que mi esposa lo comprendió, porque me pidió que no vaya. "Yo no creo en esas cosas", pensé, y sin más me levanté y fui a trabajar.
No había demasiado que hacer en un cementerio de pueblo, más cuando no queda casi nadie porque se marcharon, supersticiosos todos ellos. Esa estupidez del embrujo del cementerio había espantado a todo el pueblo. Decidí salir a caminar entre las calles de la ciudad de los muertos, donde soy rey sin corona.
Sentía una extraña sensación de bienestar y a la vez de que se me escapaba el alma mientras caminaba. Todas esas lápidas decían frases hipócritas, intentando resumir una vida en dos líneas.Todas puras mentiras.Una vida no son dos líneas.
Entretenido en mis pensamientos me detuve frente a una tumba recién hecha. No creía lo que veía. Yo no la había cavado, y era imposible que alguien más lo hubiese hecho, porque estaba completamente solo. Quise gritar, pero solo emití un débil sonido. Quise correr, pero no podía moverme. Levanté la vista y vi con horror mi nombre grabado en una lápida, salida de la nada. Se podía leer claramente Josef K.
Mis ojos se cerraron con pesadez, mis rodillas se hicieron de lana, tuve mucho sueño. Sentí mi caída sobre una suave cavidad de tierra.
No era una mañana particular. Era sólo una triste mañana gris en un triste pueblo en un triste otoño fuera de estación. No era una mañana particular, pero era buena para morir.Y eso hice.

(Trabajo realizado en clase de Lengua y Literatura en el año 2009 en base a la lectura de "Un sueño" de Franz Kafka)