lunes, 18 de abril de 2016

Nuevos acordes

Hace algún tiempo ya que la escucho. Me sigue, me acecha. Me espera a la vuelta de la esquina, a la salida del ascensor, en la parada del colectivo, en la  puerta de mi casa, en todos lados. Me mira desde lejos y se acerca sigilosa, temerosa de que me de cuenta de su presencia. Se ubica cerca de mi oído y me regala su sonido. Es esa canción nueva, desconocida, jamás oída por estos tímpanos. Y de hecho no estoy muy segura de su procedencia, poco sé sobre ella. Ni cómo nació ni quién la hace sonar para mí. Lo único que sé es que sale desde algún rincón de mi ser al que sólo se llega a través de una energía indomable, extrema, profunda e hipnótica. Sólo la pasión la despierta. Y cada día suena con más fuerza, cada día pierde un poco más la vergüenza y se hace escuchar más claramente. Todos los días se despereza y se despierta para despertarme a mí y sacarme del letargo; me anima a más. Quiere ser la banda de sonido de mi vida, pero sin saberlo ninguna de las dos, hace tiempo que ya lo es.

martes, 23 de junio de 2015

Desovillando (a pesar del frío)

Una vez que empezás a desanudar tu ansiedad, se desarma toda la bola. No te lo digo de positivista copada, claro que no. Te lo digo porque había algunas cosas que me tenían loca de ansiedad; algunas cuestiones atravesadas que no me permitían desenvolverme natural y completamente. ¿Y sabés que hice? Fui a resolverlas.

No me gusta quedarme esperando, no me gusta depender de los demás, y ciertamente no me gusta que por depender de los demás me dejen esperando sin poder resolver nada. Pero es cierto también que en algunas ocasiones nos vemos obligados a atravesar esos momentos de dependencia, y es ahí cuando la ansiedad domina.

¿Por qué no me llama? ¿Cuándo es la fecha del examen? ¿Me volverán a llamar de esa entrevista? ¿Ya están los resultados de los análisis? ¿Cómo me fue en el parcial? ¿Le habré gustado? ¿Nos volveremos a ver? ¿Cuánto falta? ¿Ya llegamos? Todas preguntas que nos rompen la cabeza. Yo soy muy ansiosa, así que a los dos días de no tener respuesta a esto de parte de un tercero me enloquece. Así que, me dispongo a ser insoportable y mover los hilos para que el barrilete de la ansiedad haga lo que yo quiero. Porque no, no puedo quedarme de brazos cruzados y entregarme a los tiempos de los demás. Yo necesito hacer, sino mi cabeza -que nunca jamás deja de pensar- se maquina sola y se atascan las dudas e incertidumbres.

Ya que me encontraba en ese pantano de dependencia para tomar resoluciones, decidí que no podía quedarme callada. Así que me armé de coraje y paciencia y empecé a molestar a todos aquellos que me debían una respuesta. Algunos tardaron más que otros, pero todos me dieron la respuesta que necesitaba. Ahora ya puedo organizar mi agenda y hacer planes, tejer fantasías e incluso soñar despierta.

Consejo del día: tomar la punta del ovillo y empezar a desenrollarlo. Lo mejor es saber.

lunes, 8 de junio de 2015

00:09

Siento interferencia dentro de mí. De repente, sin motivo, apareció este ruido blanco en el corazón y ahora resuena en mi mente. Y la ansiedad me recorre, como un turista en ciudad conocida, tratando de encontrarle la vuelta. Quiero decir tanto que ya no sé qué quería decir. Y un abrazo suyo, quiero que me abrace fuerte porque a veces se quieren despegar las piezas de esta chica que con tanto amor juntó y reconstruyó.

sábado, 23 de mayo de 2015

All right, stop! Collaborate and listen

Ni esa mirada de reprobación ni esos comentarios filosos ni los resoplidos me van a detener. Me podrán demorar, pero no detener. No voy a dejar que me convenzan de algo que no creo ni siento. No quiero tener razón esta vez; quiero ser consciente de las elecciones que hacen a mi felicidad. No estoy bien, es cierto. Pero no te voy a dejar colaborar con ese estado. Yo voy a estar bien, ya vas a ver.

Te dije que voy a estar bien.

jueves, 2 de abril de 2015

querer y Querer

Yo no voy a decir que nunca me quisieron. No podría, no quiero mentir. Tuve la suerte de ser querida, y mucho. Algunas veces más que otras, sí; pero querida al final.
Pero me di cuenta de algo. Me han querido, sí; pero no siempre sanamente. El amor es locura, es cierto, pero una cosa es la amar con locura a alguien y otra es amar locamente. Enfermizamente.
Me quisieron para el otro nada más. Para adorarlo, para acompañarlo. Me quisieron para crecer, para aprender, para competir, para saber. Me quisieron para saborear la adrenalina, la aventura, lo prohibido. Quisieron quererme para probarse algo. Quisieron quererme para que los quiera, para que les de todo, para que sea de ellos. Me quisieron para el afuera, para demostrar algo, para quedar bien. Me quisieron de verdad aun cuando no lo supieran demostrar.
Pero jamás me quisieron como me quiere él. Me quiere bien, sanamente. Me quiere en nombre del amor, sin ninguna otra intención ni motivación. Me quiere como soy, sin querer cambiarme. Me quiere desde el conocimiento, desde el saber lo que soy y lo que no. Me quiere desde la ignorancia de no saber qué más puede haber, pero también desde la fe y la esperanza de que pueda descubrirlo. Me quiere porque sí, porque podría no quererme y sin embargo lo hace, lo siente. Es eso, básicamente. Me quiere porque lo siente, porque le nace. Lo veo en sus ojos, que siempre me miran con amor, con calor de hogar, con paz y certeza. Certeza de que nada malo va a ser tan malo si estamos juntos. Certeza de que a veces el amor todo lo puede. Me quiere bien. Y eso va a hacer que todo esté bien.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Imágenes

Cierro los ojos y lo veo clarito. Es él, arriba mío, besándome hasta el último rincón de mi existencia. Gotas de sudor nos recorren la frente y la espalda, el calor que se genera sofoca. Su cuerpo contra el mío, casi como en un combate cuerpo a cuerpo, desafiándose el uno al otro, como jugando a ver quién anhela más al otro. Con un brazo me toma de la cintura y me acerca a él, con el otro me quita el pelo de la cara, para no perderse ni un detalle de mí. Sentirse la prioridad del otro, y que en ese momento para mí no exista nadie más que él en todo el mundo.
Abro los ojos. Inhalo y exhalo haciendo ruido. Estoy sola. Pienso en él, en las curvas de sus omóplatos bajo la piel, en la marca de nacimiento de su cuello. En sus cosquillas, en su sonrisa hermosa y franca mientras le hago cosquillas. En lo mucho que me gusta hacerlo reír.
Tirada en el sillón, mirando por la ventana, pensando en qué ponerme para salir con él. Me veo desde afuera como si yo no fuese yo y veo una tonta que está irremediablemente enganchada con un hombre al que probablemente le rompa el corazón, pero que mientras tanto teje sueños como si supiera que van a realizarse. Vuelvo en mí y veo otra cosa. Veo una tonta que sin darse cuenta le dio todo lo que podía dar a un hombre maravilloso que le va a multiplicar todo por mil, que le creó una caja de ahorro de felicidad y tiene una bóveda de recuerdos juntos. Ese sí que es un genio de los negocios, ¿no?